Por Lola Cortez Saccheri.
Desde mayo de 2018, Revista Resistencias hace honor a su nombre. En un contexto político marcado por la precarización, la concentración y el desmantelamiento mediático, este medio cooperativo y autogestionado funciona como una trinchera de pensamiento crítico y militancia de vocación. Nació en el Área Metropolitana de Buenos Aires y forma parte de la Red de Medios Digitales. Actualmente, según cuenta su referente Mariana Di Mauro, sostiene con esfuerzo su apuesta por la construcción de sentido desde “lo popular”.
Su formación tiene raíces en otros espacios: se desprendió en sus inicios del colectivo “Venceremos”, que formaba parte del diario Resumen Latinoamericano. En los primeros años, y dada la coyuntura del momento, el contenido estaba más orientado a lo juvenil y la lucha estudiantil, se trataban temas que eran de interés del equipo en el momento. Con el tiempo, el medio se independizó, se creó Revista Resistencias como tal, y el foco se puso en formar una propuesta periodística que diera voz a las problemáticas relacionadas con los movimientos sociales.
Su auge fue durante la pandemia y llegó a contar con un equipo de hasta diez personas organizadas en distintas áreas: audiovisual, gráfica, redacción y administración. La dinámica era intensa y, al haber más compañeros involucrados, era posible la producción diaria y de estilo coyuntural de noticias. Se planificaba la agenda de modo colectivo y tenían mucha presencia tanto en su cuenta de Instagram como en la página web. La forma de trabajo fue mutando con el tiempo y acorde a la cantidad de colaboradores. Sin embargo, el contenido siempre fue apuntado, de modo casi orgánico, a un mismo perfil de público joven, de entre 25 y 35 años, más bien de Capital y Provincia de Buenos Aires.

Actualmente, el gobierno de Milei provee un contexto hostil para el trabajo cooperativo y la producción independiente, dado el recorte de la pauta publicitaria que es esencial para el sustento de un medio. Revista Resistencias se mantiene en pie gracias al compromiso militante de sus integrantes, que hoy son cuatro trabajadores fijos, con cuatro o cinco colaboradores que siempre participan. El equipo estable se reparte las tareas de forma horizontal y flexible: desde la redacción y edición de notas, hasta la administración contable, la gestión en redes sociales y el diseño gráfico (un punto muy importante, por lo atractivos que resultan sus posteos y portadas en la web). Sin un espacio físico, la modalidad del trabajo es completamente virtual, aunque sigue latente el deseo de contar con una sede propia.
La producción periodística actual apunta a una frecuencia de dos a tres publicaciones semanales, se puede decir que es de análisis político social y cultural. Se intenta abordar las temáticas del campo popular y sus problemáticas: las mujeres, el colectivo LGBT, las organizaciones sociales, sindicatos, trabajadores, violencia institucional (cuestiones de gatillo fácil) y algo de ambientalismo. Apuntan a textos de análisis más largos, sobre cuestiones de política coyuntural. Si bien el ritmo de producción es menor que en otros momentos, la apuesta sigue siendo clara: alejarse de la lógica de la inmediatez, de lo rápido que domina las redes sociales, para “parar la pelota” y pensar. En esta línea, surge la sección Contraataque, como una búsqueda de recuperar el sentido reflexivo de la escritura periodística.
Se apela a la capacidad y al disfrute por parte de la audiencia de poder leer una nota quizás un poco más larga, de dos carillas, algo que dejó de ser un hábito para muchos de los internautas. Esto remite a sus motivos de fundación, como plantea Di Mauro: “El medio se inició porque nos gusta escribir, pensar, problematizar. Tratar de comunicar temas a los que no se les da importancia en los medios hegemónicos o líneas de pensamiento que no se tocan en el mainstream”. Se plantea un uso estratégico de las redes sociales, a partir del diseño de gráficas atractivas que publican en su Instagram con más de 20 mil seguidores como su principal ventana de difusión.
Resulta importante destacar, entendida como herramienta útil para la atracción sobre todo audiencia joven, el diseño visual y las ilustraciones presentes en el material del medio. Esto ayuda a que se posicione como una revista moderna y se mantenga actualizada en un escenario en que lo mediático es aprehendido de manera profundamente visual. Se evidencia un gran trabajo a la hora de acompañar las notas en la web con gráficas dinámicas o imágenes ilustrativas coloridas, lo que “envuelve” la información en un contexto que no busca ser formal ni “acartonado”, sino todo lo contrario. Esto se deja ver, de entrada, en el diseño del logo de la revista: la ilustración de una mano que sostiene una llama de fuego. Esa interpelación directa a lo visual se puede interpretar como un llamado a la audiencia a relacionar la resistencia como algo agente y vivo como una llamarada, que se sostiene por el carácter humano (representado en la figura de la mano). El logo podría ser, como el de muchos medios, las iniciales o algo carente de significado, más no es el caso: la preponderancia de lo visual en Revista Resistencias no responde para nada a una elección casual.
Algo similar ocurre en su cuenta de Instagram, cuyo perfil está compuesto por ilustraciones de colores fuertes que sintetizan parte del material que contienen sus notas. Producen reels que denotan mucha dedicación en la parte audiovisual y aluden, en general, a efemérides o cuestiones más relacionadas con lo “sentimental” que con lo estrictamente informativo. Esto funciona a modo de diálogo directo con la audiencia, a la que se le otorga la capacidad de participar en la difusión de las ideas presentes en este contenido adaptado al formato de las redes sociales. Se puede decir que la importancia que se le otorga a lo visual y al diseño en este medio, es un reflejo de su espíritu joven y de su voluntad por tener una llegada profunda en la audiencia.
“El medio se inició porque nos gusta escribir, pensar, problematizar. Tratar de comunicar temas a los que no se les da importancia en los medios hegemónicos o líneas de pensamiento que no se tocan en el mainstream”
En un contexto mediático que se ve saturado por la urgencia, la espectacularización y los algoritmos, esta revista se planta como una propuesta contrahegemónica. Su apuesta busca ir más allá de informar: apunta a interpelar subjetividades. No se trata de competir en la velocidad o de hacer las notas más “atractivas”, sino de ofrecer otra temporalidad, otra forma de habitar lo periodístico. En esta elección existe también una decisión estética y política: invitar a la práctica de tomarse el tiempo y mirar, pensar, escribir, problematizar. Dar lugar en la arena de conflictividad a actores desplazados para tensionar el sentido común y cotidiano, correr los márgenes de lo que se habla y lo que no.
La situación económica del medio refleja las tensiones estructurales que atraviesan a gran parte del periodismo cooperativo en Argentina. Hasta hace un tiempo, sus principales ingresos provenían de la pauta oficial nacional (a través de organismos como Télam). No solo dejaron de percibir este ingreso, sino que además ahora contemplan una deuda con Revista Resistencias. Con el cambio de gobierno y el vaciamiento de los organismos de comunicación pública esta fuente se vió no sólo interrumpida sino paralizada. Al día de la fecha el medio sólo percibe ingresos por medio de la pauta de la Provincia de Buenos Aires y por suscripciones, lo cual le permite el mantenimiento del sitio web, los servicios contables y otros gastos, no mucho más.
A pesar de las trabas y lejos de paralizarse, el colectivo se reorganiza y busca nuevas formas de subsistencia. Cabe destacar que los desafíos no sólo son económicos, sino también de recursos humanos: muchos de sus miembros deben dedicar su tiempo a sus trabajos remunerados, lo que limita la capacidad productiva del medio y condiciona su crecimiento. Proyectar a futuro es difícil cuando el presente se sostiene a pulmón. Pese a esto, sigue en pie el anhelo por sumar nuevos colaboradores, diversificar los temas y convocar a nuevas formas de pensamiento crítico. Su horizonte no está en la masividad, sino en profundizar “lo que no se dice”.
Como sugiere su nombre, Revista Resistencias no da el brazo a torcer. En tiempos de desconcierto e incertidumbre, su resistencia es, además de política, poética: convoca una defensa a la palabra, al pensamiento crítico, a la posibilidad de construcción colectiva desde lo popular y lo “conurbano”. Como dice Mariana Di Mauro: “a pesar de las adversidades, seguimos resistiendo”.
Por Lola Cortez Saccheri.